Summa Psicológica UST

2018, Vol. 15, Nº 2, 145 - 153

doi: 10.18774/0719-448x.2018.15.392

Conocimientos, actitudes y comportamientos sexuales de riesgo en

estudiantes universitarios costarricenses de educación

Knowledge, attitudes and risky sexual behavior of university teacher

education students in Costa Rica

Noelia Fernández-Rouco a, Manuel Arturo Fallas-Vargas b, José Antonio García-Martínez b,

Universidad de Cantabria a, Universidad Nacional b

(Rec: abril de 2018 – Acept: noviembre de 2018)

Resumen

El objetivo de este estudio es identificar mitos en torno a la salud sexual (VIH y otras ITS), tipos de actitud (hacia la sexualidad, doble moral, hacia la orientación del deseo sexual y hacia la identidad de género) y conductas sexuales de riesgo en estudiantes universitarios de Educación costarricenses, indagando en las posibles diferencias entre varones y mujeres y las relaciones entre las distintas variables. Los resultados permitirán plantear acciones que faciliten la vivencia de una sexualidad saludable y satisfactoria, así como la incorporación de estrategias formativas en este ámbito.

Con una muestra de 301 estudiantes, 228 (75.7%) mujeres y 73 (24.3%) varones, de entre 17 y 36 años (M = 21.5; DT = 3.08), el análisis de la información sugiere que el colectivo mantiene mitos en relación al VIH y otras ITS, así como actitudes de censura y erotofóbicas, en mayor medida en los varones. Por el contrario, las prácticas sexuales desprotegidas están más presentes entre las mujeres. Los resultados nos conducen a proponer estrategias sobre cómo fortalecer una educación sexual que permita formar docentes preparados para abordar una educación afectiva y sexual de calidad.

Palabras clave: Docentes, educación, sexualidad, actitudes, mitos, género.

Abstract

The goal of this work is to identify sexual health myths (HIV and other STI’s), types of attitude (related to sexuality, double standard, sexual orientation and gender identity) and risky sexual behaviors in university teacher education students of Costa Rica. This research also explores differences between men and women and the relationship among variables. The results allow to design actions regarding the promotion of healthy and satisfactory sexuality experience, as well as the addition of educative strategies concerning this field.

The sample consisted of 301 students, 228 (75.7%) women y 73 (24.3%) men, aged between 17 y 36 (M = 21.5; SD = 3.08). The descriptive analysis pointed out a higher presence of myths associated with HIV and other STIs, along with attitudes of censorship and erotophobia in men. On the opposite, unprotected sexual behaviors were more prevalent among women. The results lead us to propose strategies in order to strengthen sexual education of future teachers, enabling them to address a quality emotional and sexual education.

Keywords: Teachers; education; sexuality; attitudes; myths; gender.

Correspondencia a: Noelia Fernández Rouco. Universidad de Cantabria, Santander, España

Correo: fernandezrn@unican.es

Summa Psicológica UST (CC – BY – 3.0)

ISSN: 0718-0446 / ISSNe: 0719-448x

http://summapsicologica.cl/

El estudio de la sexualidad y su relación con el bienestar es un tema recurrente en la investigación desde hace décadas (Borrego y Enríquez, 2013; Muñoz y Revenga, 2005). Además, la Organización Mundial de la Salud recomienda en su informe de 2010, una educación sexual adecuada al nivel de desarrollo de las personas participantes, basada en la igualdad de género, autodeterminación y aceptación de la diversidad, fundamentada en el conocimiento científico (Martínez-Álvarez et al., 2012). Sin embargo, no es hasta hace unos años cuando el interés científico y académico hacia asuntos como el género ha experimentado un auge considerable, en buena medida, resultado de la lucha emprendida por múltiples movimientos sociales (Platero y Rosón, 2012).

Los conocimientos y actitudes que se incorporan a lo largo del desarrollo en torno a la sexualidad derivan en buena parte de lo que transmiten los diferentes contextos de socialización.

Por otro lado, la gran mayoría de los estudios realizados se han focalizado casi exclusivamente en el componente comportamental de la sexualidad, como los tipos de comportamiento sexual, uso de anticonceptivos, riesgos, número de parejas, etc., por otra parte, justificados por la relevancia que tienen los riesgos asociados a la actividad sexual (García-Vega, Menéndez, García y Rico, 2010).

En este sentido, pareciera que a día de hoy todavía existe un elevado grado de desconocimiento en relación con la prevención del Virus de Inmunodeficiencia Humana (VIH) y otras Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) (Sánchez y Baena, 2018). De forma concreta, algunos trabajos (López-Villaverde, 2004; Martínez-Álvarez et al., 2013) han puesto de manifiesto cómo el conocimiento (especialmente por parte de las mujeres) sobre prácticas seguras para evitar la transmisión del VIH es deficitario y que, incluso entre quienes han recibido información al respecto, todavía el 47% vincula la transmisión a la homosexualidad (González y López, 2015). No obstante, de forma concreta, los estudiantes universitarios costarricenses consideran de forma mayoritaria el uso del preservativo como una práctica de sexo seguro (Chaves, Castillo, Cambronero, Garita y Alán, 2011).

Cabe señalar que la relación entre los conocimientos, las actitudes y las prácticas en sexualidad es compleja, mostrándose los conocimientos y las actitudes como no determinantes de la conducta, pero sí estrechamente relacionados (Samkange-Zeeb, Spallek y Zeeb, 2011). Así, sabemos también que el conocimiento sexual es necesario pero no suficiente para asegurar un comportamiento sexual seguro y satisfactorio. En cualquier caso, es ineludible que dicho conocimiento sobre sexualidad esté adaptado al contexto cultural, además de disponer de las habilidades pertinentes para mantener el cuidado y el autocuidado (Salam et al., 2016).

Por otro lado, la literatura científica muestra que en jóvenes se adoptan actitudes liberales y erotofílicas hacia la sexualidad, especialmente hacia lo que socialmente es más visible y aceptable, como la heterosexualidad o el coito (García-Vega, Rico y Fernández, 2017). Sin embargo, las actitudes no resultan ser tan positivas en relación a otros asuntos no ligados a la norma dominante, como algunas prácticas sexuales o la expresión de diversidad sexual y de género (Claramunt y Huertas, 1999). Además, se mantienen numerosos estereotipos y mitos asociados a la sexualidad, vinculados con falta de formación, la consideración de la sexualidad como un elemento tabú y la predominancia de los valores normativos, asociados a una moral conservadora y religiosa (López, 2015), donde Costa Rica no es la excepción (Fallas-Vargas, 2010).

En línea con lo anterior, parece que el colectivo de jóvenes sigue asignando roles estereotipados para varones y mujeres en relación a la vivencia de su sexualidad. Al respecto, Sierra, Rojas, Ortega y Martín-Ortiz (2007) estudiaron las actitudes de 400 estudiantes universitarios españoles hacia la sexualidad y concluyeron que, en general, se mantienen actitudes machistas en las que no se considera la posibilidad de roles igualitarios de género.

Son varias las investigaciones que han encontrado diferencias de género en la sexualidad tanto en sus conductas como en sus afectos, donde las mujeres parecen estar más centradas en cuestiones afectivas y los varones en comportamientos sexuales (Larrañaga, Yubero y Yubero, 2012; López, Carcedo, Fernández-Rouco, Blázquez y Kilani, 2011). En este sentido, muchas de estas diferencias están relacionadas con procesos de socialización distintos para varones y mujeres, lo que demuestra la importancia de tener en cuenta factores socioculturales al analizar tales diferencias (Li et al., 2017).

Además, también el género y la vivencia del mismo o de la sexualidad no normativa aparece como uno de los principales focos de discriminación presentes, especialmente, en los contextos educativos (Generelo, 2016). En este sentido, la discriminación por razón sexual o de género se mantiene con su invisibilidad o manteniendo conductas activas de discriminación (European Union Agency for Fundamental Rights, 2014).

En este momento, de modo general, la educación sexual actual pivota sobre la coexistencia del modelo moral-conservador y el modelo de riesgos (Carrera-Fernández, Lameiras-Fernández y Rodríguez, 2012), por lo que, durante el proceso vital formativo, es clave incorporar una educación afectiva y sexual de calidad que contemple la sexualidad como una dimensión humana inherente al ser humano (Rodríguez-Carrión y Traverso-Blanco, 2012; Fallas-Vargas, Artavia y Gamboa, 2012). La educación sexual es un apoyo esencial para el logro del bienestar y la calidad de vida, además de un derecho cuyo ejercicio permite tomar decisiones informadas (PAHO/WHO/WAS, 2009). Esta tarea recae en profesionales de instituciones educativas que con frecuencia, tienen una formación poco adecuada e insuficiente, lo que genera dificultades en la práctica educativa y el quehacer cotidiano de los docentes en el aula (López, 2005).

En algunos países latinoamericanos encontramos experiencias exitosas, como Argentina, con la regulación de la educación sexual en el sistema educativo, o Chile con políticas de educación en sexualidad, como marco de orientaciones, criterios y líneas de acción también en la línea de la promoción de un desarrollo integral (González y López, 2015).

En el caso particular de Costa Rica, se reconoce el impulso a la educación afectiva y sexual con la creación de la Política de Educación Integral de la Expresión de la Sexualidad Humana, vigente desde el 2001 (Ministerio de Educación Pública, 2001), aunque en la actualidad se espera la aprobación de una nueva política por parte del Consejo Superior de Educación. Cabe destacar la entrada en vigor en 2018 de un nuevo Programa de Estudio de Educación para la Afectividad y la Sexualidad Integral (Ministerio de Educación Pública, 2017), el cual supone cambios (producto de su evaluación), dentro del orden conceptual y metodológico, así como las disciplinas encargadas de dicha educación en específico (Orientación, Ciencias y Psicología).

Con todo lo anterior, parece esencial que, con el objetivo futuro de diseñar e implementar estrategias que respondan a los mitos y necesidades de jóvenes (estudiantes de Educación) en materia de sexualidad y educación, pueda definirse cómo es la situación en términos de qué conocen y qué mitos se mantienen, qué actitudes manejan en los distintos aspectos, así como si mantienen o no prácticas sexuales de riesgo. En este sentido, este trabajo trata de visualizar las necesidades formativas del alumnado de Educación y futuros docentes, agentes clave en tanto que son ellos quienes, de facto, se ocuparán no solo de la transmisión de conocimientos a su futuro alumnado, sino que también tendrán la responsabilidad de promover la reflexión crítica y jugarán un papel esencial en la construcción de la subjetividad e intersubjetividad de aquellos a quienes enseñen (Jiménez, 2008).

El presente estudio contribuye fundamentalmente en tres vías. En primer lugar, busca analizar conocimientos, actitudes y comportamientos en relación a la sexualidad en futuros docentes costarricenses, lo cual no ha sido realizado hasta el momento. En segundo lugar, incorpora el estudio de las diferencias de género, lo que permitirá pensar en estrategias educativas que puedan promover aprendizajes pensados específicamente desde las posibles diferencias. En tercer lugar, analiza las relaciones entre todas las variables con el fin de que las acciones futuras de intervención educativa se centren en aquellos aspectos que promuevan prácticas sexuales saludables.

Metodología

El método utilizado tiene un carácter cuantitativo siguiendo un proceso deductivo y bajo un diseño ex post facto. Desde este paradigma positivista, la recolección de datos se realizó de manera transeccional (Hernández, Fernández y Baptista, 2010). El alcance del estudio es descriptivo y correlacional, así como exploratorio, teniendo en cuenta la ausencia de investigaciones al respecto en el ámbito nacional.

Participantes

La población de estudio es el colectivo de estudiantes del Centro de Investigación y Docencia en Educación (CIDE) de la Universidad Nacional (Costa Rica). La muestra fue seleccionada de manera probabilística (Hernández et. al. 2010) y asciende a 301 estudiantes de Educación (de 1º a 4º de Bachillerato y Licenciatura), con edades comprendidas entre los 17 y los 36 años (M = 21.5; DT = 3.08), de los cuales 228 (75.7%) son mujeres (M = 21.4; DT = 3.01) y 73 (24.3%) son varones (M = 20.8; DT = 2.32).

En cuanto al cálculo de la muestra, se toma como referencia la formulación propuesta por Arnal, del Rincón y Latorre (1994) para poblaciones finitas. Teniendo en cuenta una población (N=2095), un nivel de confianza ≥95%, error ≤5% y una distribución estimada del 50% de las respuestas, se obtiene un valor de 185 casos mínimos, inferior a la muestra final (n=301).

La representatividad queda manifiesta, ya que el porcentaje de la muestra por área de estudio es muy similar al porcentaje de la población. Concretamente, la población de la carrera de Orientación representa el 14,6% y la muestra el 18,3%; de Educación Básica, el porcentaje que representa la población es el 28,2%, y la muestra el 30,9%. Finalmente, en relación con Educación Secundaria, la población representa el 57,3% y la muestra de esta formación, el 50,8%.

Cabe señalar, que el trabajo analiza los resultados en términos de varón y mujer, en tanto que el número de personas que se identifica con un género diferente a ambas categorías era muy reducido, por lo que fueron excluidos de la muestra final, al igual que aquellos instrumentos que no se cumplimentan de forma efectiva (completos, legibles, etc.), resultando la muestra final, tal y como se ha indicado, en 301 personas participantes.

Instrumentos y variables

La técnica de recolección de datos utilizada ha sido la encuesta (Bisquerra, 2014), y específicamente el cuestionario como instrumento, el cual queda estructurado de la siguiente manera:

Aspectos sociodemográficos. Se exploran aspectos relativos al género, edad, nivel educativo.

Conocimientos sobre VIH y otras ITS. Con el motivo de investigar los conocimientos y posibles mitos que tienen los estudiantes de Educación en relación con el VIH y otras ITS, se adaptó la escala de Conocimientos sobre VIH y otras ITS de Espada, Guillén-Riquelme, Morales, Orgilés y Sierra (2014), validada en España con población adolescente. El instrumento original está formado por 40 afirmaciones con tres opciones de respuesta cada una (1= verdadera, 2= falsa y 3=no lo sé). De este total, había 27 ítems relativos a VIH y 13 sobre diversas ITS. Este instrumento ha sido adaptado al contexto costarricense, eliminando el ítem 2 (“España es uno de los países europeos más afectados por el sida”). El alfa de Cronbach obtenido en este trabajo fue .76 para VIH y .78 para ITS, siendo en nuestro trabajo de .67 para VIH y de .69 para ITS.

Actitudes hacia la sexualidad. Se utilizó la Escala de Actitudes hacia la sexualidad Ampliada (ATSS; Ruibal, López-Castedo, Sueiro y López-Sánchez, 2005). Este instrumento está compuesto por 28 ítems, con un rango de respuesta de 1 (Completamente en Desacuerdo) a 5 (Completamente de Acuerdo), los que recogen las actitudes hacia diferentes aspectos relativos a la sexualidad, con énfasis en la consideración que merece la educación sexual y las libertades de los jóvenes. La fiabilidad observada fue de .88, en la línea de la obtenida en nuestro trabajo .84.

También se incorporó un ítem acerca de la importancia otorgada a la formación en sexualidad. Este ítem se respondía de acuerdo a una escala tipo Likert, con un rango de respuesta de 1 (Nada) a 5 (Mucho).

Doble Moral Sexual. La Escala de Doble Moral (EDM; Caron, Davis, Halteman y Stickle, 1993) fue usada en la versión española de Sierra et al. (2007). Esta escala está formada por 10 ítems que permiten evaluar la doble moral en el área de la sexualidad. Las posibles respuestas siguen un formato de cinco opciones, de (1) Totalmente de Acuerdo a (5) Totalmente en Desacuerdo. Caron et al. (1993) informaron de una consistencia interna igual a 0,72 y Sierra et al. (2007) hallaron valores iguales a 0,70 y 0,76 para mujeres y hombres, respectivamente. En el presente estudio el valor alfa de Cronbach fue de .85.

Actitudes hacia la Orientación del Deseo. La Escala de Actitudes hacia Lesbianas y hombres Homosexuales (ATLG; Moral y Valle, 2011) está compuesta por 20 ítems, 10 para evaluar las actitudes hacia los varones homosexuales y 10 para evaluar las actitudes hacia las mujeres homosexuales, con cinco opciones de respuesta (1=Totalmente de Acuerdo a 5=Totalmente en Desacuerdo). Se compone de tres factores. El primero agrupa los 10 ítems de actitud hacia el lesbianismo y tiene una consistencia interna alta (α= .91). El segundo agrupa 5 ítems (3 directos y 2 inversos) e indica una tendencia de rechazo sutil, simbólico o suave hacia la homosexualidad masculina, con una consistencia interna de .78. El tercer componente factorial agrupa también 5 ítems (4 inversos y 1 directo) con contenidos referentes a situaciones de rechazo abierto, manifiesto o duro, con una alfa de .85. En este trabajo, el alfa de Cronbach fue de .88 para el factor de actitudes hacia las mujeres homosexuales, de .79 en el caso de rechazo sutil hacia los varones homosexuales y de .84 para, el factor de rechazo abierto hacia los varones homosexuales.

Actitudes hacia la Identidad de Género. Con el objeto de identificar las actitudes hacia la identidad de género en estudiantes de Educación se utilizó la versión breve de la Escala Genderism & Transphobia (GTS; Hill y Willoughby, 2005), en su versión adaptada y validada en población española (Carrera-Fernández, et al., 2014). Esta escala incluye 12 ítems, en los que contempla la dimensión cognitivo-afectiva y la dimensión conductual, con seis ítems cada una en los que el rango de respuesta es de 1 (Muy de Acuerdo) a 7 (Muy en Desacuerdo). Carrera-Fernández et al. (2014) obtuvieron una consistencia interna de .83 para la dimensión cognitivo-afectiva y de .80 para la dimensión comportamental. En este trabajo la consistencia interna ha sido de .80 para la dimensión cognitivo-afectiva y de .76 para la comportamental.

Comportamientos sexuales de riesgo. Con el fin de explorar comportamientos sexuales de riesgo, se elaboró una pregunta relativa a la frecuencia de relaciones sexuales desprotegidas. Para delimitar las conductas sexuales a las que se hacía alusión, se incorporó esta información entre paréntesis (penetración sin preservativo: pene-ano; pene-vagina, pene-boca, vagina-boca, compartir juguetes sexuales). En este caso, se respondía de acuerdo a cuatro opciones de respuesta (1= Nunca a 4= Siempre).

Procedimiento

En primer lugar, se llevó a cabo un pilotaje con diez estudiantes de iguales características que la muestra final, del cual surgieron pequeñas adaptaciones como la eliminación del ítem 2 de la escala de Conocimientos sobre VIH y otras ITS de Espada et al. (2014). Ante la ausencia de instrumentos validados en Costa Rica, los instrumentos aplicados, utilizados con poblaciones similares en otros contextos (Carrera-Fernández, et al., 2014; Ruibal et al., 2005; Sierra et al., 2007), fueron validados para este trabajo con el criterio de contenido a través de juicio de expertos, concretamente, tres personas expertas de Educación y en el área de sexualidad.

La recogida de datos se completó a lo largo de tres semanas, contactándose en primer lugar, a las unidades académicas que responden a la muestra y que pertenecen al CIDE. Se realizó en horario lectivo, en una única sesión. Asimismo, para asegurar la comprensión y privacidad en la realización del cuestionario, se contó con la presencia de al menos un miembro del grupo investigador.

Junto con las instrucciones, se enfatizó el carácter voluntario, anónimo y confidencial del estudio y se ofreció la oportunidad de abandonar la tarea en cualquier momento, dado que devolverlo cumplimentado indicaría el expreso consentimiento informado del participante en tomar parte en el estudio, tal y como aparecía reflejado por escrito en la primera página del mismo. Antes de comenzar, se explicó en qué consistía el estudio, algo que también se hizo previamente con los representantes del centro donde se produjo la aplicación; además, la información más relevante aparecía en la primera hoja de la prueba. En la última página figuraba un pequeño apartado para exponer aclaraciones, comentarios o cualquier aspecto que considerasen oportuno. Recogidos los datos y, tras dedicar un tiempo a resolver dudas y preguntar sobre la experiencia con dicho cuestionario, se agradeció al grupo por su participación, dejando un contacto para posibles cuestiones en el futuro, así como para tener acceso al proceso de investigación si fuese de su interés.

Para contribuir en este punto, se tuvo como referencia el Código de Buenas Prácticas del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC, 2011).

Análisis estadísticos

Para el presente estudio, se realizaron análisis estadísticos tanto de carácter descriptivo como inferencial.

En primer lugar, se examinó la idoneidad de los datos. Solo se seleccionaron aquellos cuestionarios que contenían toda la información, es decir, sin respuestas en blanco. La codificación de los datos se realizó con el SPSS 22.0. Para llevar a cabo este trabajo se realizaron análisis descriptivos de frecuencias, para conocer la presencia y proporción de las diferentes variables en la muestra. Así, calculamos la proporción de participantes que había elegido cada una de las opciones en cada ítem, para explorar qué conocen y opinan sobre las diferentes dimensiones de la sexualidad y qué mitos permanecen. En el caso de los conocimientos, con el objetivo de centrarnos en los mitos más frecuentes, consideramos aquellos ítems donde el porcentaje de participantes que hubieran elegido alguna/s alternativa/s fuera superior a la de los que habían elegido la opción correcta, o que las opciones de respuesta incorrectas presentaran porcentajes de elección superiores al 20%.

Por otro lado, en esta exploración se incluyeron análisis multivariados de varianza (MANOVA) para cada una de las dimensiones analizadas con el fin de analizar las diferencias entre varones y mujeres para cada una de las variables y sus distintos niveles (ver Tabla 1). En todos los contrastes realizados se empleó la F ofrecida por Lambda de Wilks para la interpretación de la significatividad del modelo y ŋ2 parcial para identificar el tamaño del efecto (Warne, 2014). Además, para explorar las posibles relaciones entre variables, se realizaron correlaciones bivariantes con un nivel de significación de .05 (ver Tabla 2).

Resultados

Exploración de mitos, actitudes y comportamientos sexuales de riesgo para varones y mujeres

La exploración de los conocimientos revela que, en relación con las infecciones de transmisión sexual, el 23,8% de las mujeres y el 32,9% de los varones del estudio, afirma que es peligroso compartir alimentos o agua con personas que viven con VIH o incluso que los animales domésticos pueden transmitir VIH (49,3% de varones y 57,3% de mujeres). Además, el desconocimiento en cuestiones relativas a la prevención es muy elevado, encontrando que el 72,6% de los varones y el 52,4% de las mujeres, desconoce que el DIU o el anillo vaginal no son métodos efectivos para la prevención de VIH. En relación a otras ITS, el grado de desconocimiento es aún mayor, con porcentajes de desconocimiento alrededor del 50% en cada cuestión, tanto en varones como en mujeres. A modo de ejemplo, el 56,2% de los varones y el 49,3% de las mujeres, no sabe que la gonorrea no se cura sola en la mayoría de los casos.

En relación con las actitudes hacia la sexualidad, encontramos una posición conservadora en relación a diferentes aspectos. En este sentido, el 41,1% de varones y el 37,9% de mujeres está muy en desacuerdo con respecto a que el aborto debería ser aceptado cuando una mujer está convencida de que es su mejor decisión; en la misma línea, el 43,8% de los varones y el 53,9% de las mujeres, está muy de acuerdo en que las caricias que estimulan sexualmente alguna parte del cuerpo o todo él, son una conducta inmoral al menos que sea con la persona con la que se está casado/a. Este tipo de actitudes alineadas con una perspectiva de censura son consistentes con otras actitudes erotofóbicas, que no entienden la sexualidad como dimensión humana a abordar de forma saludable, pero también satisfactoria. De este modo, el 54,8% de los varones y 52,4% de las mujeres está muy de acuerdo en que tener fantasías sexuales es desaconsejable para las personas jóvenes. Por el contrario, es interesante destacar que plantean como necesaria la formación en este ámbito, indicando que es pertinente la educación afectiva y sexual tanto en la familia como en la escuela, estando muy de acuerdo el 75,3% de los varones y el 84,6% de las mujeres.

Los porcentajes en relación con actitudes erotofóbicas, encontramos que solo el 35,6% de los varones y el 56,4% de las mujeres está muy en desacuerdo con que la mujer nunca debe aparentar estar preparada para un encuentro sexual, y casi idénticos porcentajes (35,6% y 56,8% respectivamente) en relación a que una mujer que sea sexualmente activa es menos probable que se le desee como pareja.

En relación con las actitudes asociadas a la orientación del deseo, la visión de varones y mujeres es diferente. Para el 17,8% de los varones y el 15,9% de las mujeres, la existencia de mujeres homosexuales representa un pecado, al tiempo que el 26% de los varones y 19,4% de las mujeres, considera que la existencia de varones homosexuales no es natural. No obstante, el 54,8% de los varones y el 56,8% de las mujeres, señala estar muy en desacuerdo con que la homosexualidad sea una forma de sexualidad inferior.

En la misma línea, solo el 41,1% de los varones y el 52% de las mujeres está muy en desacuerdo ante la afirmación “me he burlado de un chico debido a su aspecto o comportamiento femenino”. Finalmente, un porcentaje no desdeñable considera que “Dios hizo dos, y solo dos sexos” (46,6% de varones y 30,8% de mujeres).

De forma descriptiva y de modo general, se aprecia cómo las mujeres muestran porcentajes de conocimiento y actitudes erotofílicas más altos que los varones, otorgando, además, más importancia que los varones a la educación afectiva y sexual en su formación (71,8% frente a 52,1% consideran que es muy importante).

En relación con las conductas sexuales, encontramos que el 4,1% de los varones y el 11,5% de las mujeres dice que siempre tiene relaciones desprotegidas.

Por otro lado, los resultados del análisis de varianza (MANOVA) muestran diferencias significativas entre varones y mujeres en algunas variables (tabla 1). En este sentido, encontramos diferencias en las actitudes sexistas o doble moral sexual (F2,298= 18.130; p= .000), en la dimensión cognitiva de rechazo por razones de identidad de género (F2,298= 9.508; p= .000) y finalmente, en las relaciones sexuales desprotegidas (F2,298= 3.168; p= .043). En este sentido, son los varones quienes manifiestan una doble moral más fuerte (con un tamaño del efecto mayor), con actitudes más sexistas y también quienes muestran mayores actitudes de rechazo hacia las personas por razones de identidad de género. Sin embargo, son las mujeres quienes tienen más relaciones sexuales desprotegidas.

Tabla 1. Estadísticos descriptivos y pruebas de significación para varones y mujeres en las variables del estudio.

ESCALAS Y DIMENSIONES l

Media (M)

Desviación típica (D.T.)

F

p

ŋ2 parcia

V

M

V

M

VIH

1.35

1.35

.15

.13

1.037

.356

.007

ITS

1.49

1.47

.21

.22

.636

.530

.004

ACTITUDES

4.83

4.82

.79

.76

.020

.980

.000

DOBLE MORAL

2.00

1.50

.79

.57

18.130

.000

.108

ORIENTACION GAY RECHAZO ABIERTO 1

2.10

1.83

1.04

.98

2.413

.091

.016

ORIENTACIÓN GAY RECHAZO SUTIL 2

2.91

2.88

.56

.55

.528

.590

.004

ORIENTACIÓN LESBIANAS

3.89

3.93

.92

.95

.716

.490

.005

IDENTIDAD GÉNERO COGNITIVO

3.09

2.37

1.46

1.22

9.508

.000

.060

IDENTIDAD GÉNERO CONDUCTUAL

1.80

1.54

.93

.84

2.591

.077

.017

RELACIONES DESPROTEGIDAS

1.85

2.01

.811

.975

3.168

.043

.021

Relaciones entre mitos, actitudes y comportamientos sexuales de riesgo para varones y mujeres

Con el objeto de conocer las relaciones entre las variables, se lleva a cabo un análisis correlacional bivariado, que nos muestra correlaciones significativas entre algunas de las variables evaluadas. En mujeres, destacan las correlaciones inversas entre la presencia de mitos en torno a VIH y otras ITS, con actitudes de rechazo por razones de identidad u orientación del deseo, así como la relación también inversa entre las actitudes hacia la sexualidad y las mismas hacia las mujeres homosexuales (y no hacia los varones homosexuales). En el caso de los varones, existe correlación positiva entre las actitudes hacia la sexualidad en general y las actitudes hacia la orientación del deseo de los varones, pero inversa hacia la de las mujeres. Para ambos, tanto para varones como mujeres, se encuentran relaciones entre las actitudes positivas hacia la sexualidad y las relaciones sexuales desprotegidas, al tiempo que aparecen relaciones positivas entre las actitudes hacia la sexualidad en general y otro tipo de actitudes específicas, como el sexismo o las actitudes de rechazo por razones de identidad y orientación (Tabla 2).

Tabla 2. Matriz de correlaciones entre las variables evaluadas para varones -diagonal inferior- y para mujeres -diagonal superior.

VIH

ITS

ACT

DM

OG1

OG2

OL

IGCG

IGCO

RD

VIH

1

-.387**

-.310

.048

.110

.146*

-.182**

.248**

.025

-.170

ITS

.401**

1

-.092

.053

.004

.063

-.011

.138*

.005

-.160*

ACT

-.275*

-.185

1

-.326**

-.271

-.299

.390**

-.555**

-.112

.288**

DM

.230

.220

-.361**

1

.047

.068

-.097

.240**

.254**

-.075

OG1

.226

.121

-.595**

.546**

1

.325**

-.814**

.482**

.161

-.028

OG2

.080

.277*

-.259**

.368**

.325**

1

-.374**

.269**

.120

-.081

OL

-.279

-.195

.627**

-.538**

-.814**

-.309

1

-.437**

-.214**

-.007

IGCG

.233*

.187

-.489**

.549**

.482**

.434**

-.560**

1

.300**

-.205**

IGCO

-.060

-.187

-.089

.273*

.161

-.065

-.058

.349**

1

.025

RD

-.129

-.095

.304**

.085

-.028

-.005

.057

-.237*

.022

1

**p< .01 *p< .05

Discusión

Con este estudio se pretendía explorar los conocimientos, actitudes y algunos comportamientos en relación con diferentes dimensiones de la sexualidad humana, que presenta el estudiantado costarricense de Educación (futuras personas formadoras), de la Universidad Nacional. Para ello se contó con una amplia muestra de varones y mujeres del CIDE. Entre los principales resultados de este trabajo, se deberían resaltar los siguientes: primero, los mitos y falsas creencias en torno a la sexualidad parecen tener una importante presencia; segundo, entre las personas participantes se evidencia mejor conocimiento del VIH que de otras ITS, aunque cabe destacar la falta de conocimiento a nivel general en esta materia; tercero, las actitudes hacia la sexualidad son más erotofóbicas, por término general, en varones que en mujeres, mientras que las prácticas desprotegidas son más frecuentes en mujeres; y cuarto, las pruebas realizadas manifiestan la relación entre las variables de conocimientos, actitudes y prácticas, especialmente entre estas dos últimas, en el sentido de que menores conocimientos y actitudes más erotofílicas se relacionan con prácticas desprotegidas. Estos resultados conducen a poner sobre la mesa algunas reflexiones y debates de interés.

De los resultados de este trabajo, se desprende la necesidad de promover sin fisuras más conocimiento, pero especialmente, una mirada más erotofílica y respetuosa de la sexualidad, en tanto que la existencia de mitos, falsas creencias y prejuicios dificulta la vivencia de la sexualidad de una forma sana (DiClemente, Crosby y Wingood, 2002). Concretamente, pese a que la educación afectiva y sexual se ha ocupado de trabajar en la transmisión de conocimientos, fundamentalmente relativos a la salud sexual y la prevención de riesgos (Claramunt y Huertas, 1999), este trabajo pone de manifiesto cómo el grado de desconocimiento acerca de cuestiones básicas en torno a ITS es muy elevado.

En este sentido, en aquellos países en los que la educación afectiva y sexual forma parte de estructuras educativas formales y se articula desde una concepción integral, los conocimientos, actitudes y comportamientos sexualmente son mucho más saludables (Weaver, Smith y Kippax, 2005). Igualmente, si bien los conocimientos resultan esenciales para el aprendizaje, parece que es necesario fortalecer su relación con la dimensión actitudinal, tal y como reflejan los resultados de este trabajo y como han puesto de manifiesto otros trabajos anteriores (Micher y Silva, 1997). Esto, pues la información recibida permite movilizar a la persona actitudinalmente, y también que las actitudes tengan una mayor relación con las prácticas sexuales en sentido positivo. En otras palabras, actitudes más erotofílicas se relacionan con prácticas desprotegidas, por lo que el trabajo en conocimientos ha de incidir en la dimensión actitudinal y de acompañarse de la promoción de la toma de decisiones en las prácticas sexuales, de modo que sean satisfactorias pero también seguras. De este modo, aunque algunas investigaciones han encontrado relación entre conductas sexuales, conocimientos y actitudes sobre sexualidad (Gallegos, Villarruel, Loveland, Ronis y Zhou, 2008), esta cuestión sigue siendo objeto de debate hasta hoy, (Jones y Haynes, 2006), siendo limitada esta relación en nuestros resultados en tanto que solo se encontraron relaciones entre algunas variables.

Aunado a lo anterior, es necesario que en la formación, también universitaria, se replanteen contenidos temáticos, estrategias y metodologías que doten al estudiantado de los recursos necesarios para asumir las vivencias propias en el ámbito de la sexualidad, junto con las inseguridades y dificultades que puede conllevar en este escenario (González y López, 2015). Esto permitirá, en el caso del colectivo en formación, convertirles en agentes formados, capaces de utilizar los recursos formativos en su desempeño profesional, es decir, contribuirá a que sean docentes mejor formados de educación sexual y puedan contribuir con dicha formación a la de sus estudiantes.

Por otro lado, se hace patente también que tradicionalmente, en contextos en los que está presente una moral dominante conservadora, ligada a la tradición religiosa, la vivencia de la sexualidad no normativa (heterosexual, patriarcal, etc.) es considerada inferior, subordinada y estigmatizada en tanto desafía dicho orden dominante (Crooks y Baur, 2009). Esto favorece que las actitudes hacia la sexualidad, tal y como se pone de relieve también en este trabajo, estén atravesadas por esta condición y visión conservadora (Herek, 2002), lo cual sin duda, tiene implicaciones educativas importantes. Por un lado, se observa que las mujeres tienen mejores conocimientos y actitudes que los varones pero, sin embargo, tienen más conductas sexuales desprotegidas. La visión del varón como dominante, como el tomador de decisiones y el responsable de preservar, en mayor medida, el orden establecido, coloca a la mujer en situación subordinada y mayor situación de riesgo en relación, entre otras cosas, con la toma de decisiones para tener relaciones sexuales protegidas, a pesar de ser ellas quienes presentan una posición más abierta frente a la sexualidad (López, Fernández-Rouco y Carcedo, 2017).

Costa Rica ha pasado por varias décadas de ausencia en materia de educación afectiva y sexual dentro del sistema educativo formal, debido a diversos obstáculos políticos e ideológicos, que han venido en detrimento de este derecho humano y sexual fundamental (Fallas-Vargas, 2010). En el primer lustro del nuevo milenio se han concretado acciones de carácter científico y sistemático, derivando desde 2012 en la implementación, así como su posterior evaluación y rediseño, de un programa de educación afectiva y sexual que actualmente está vigente. Considerando este aspecto, se debe reconocer la ausencia de formación en este tipo de educación en la población en general, donde el colectivo de estudiantes de Educación no es la excepción.

Este trabajo permite no solo identificar qué conocimientos y qué mitos están más presentes entre el alumnado en relación con el VIH y otras ITS, sino también qué actitudes hacia la sexualidad y en qué medida se dan prácticas sexuales desprotegidas, tanto para varones como para mujeres. Esto, unido a los datos sobre la relación entre las variables, posibilita repensar y diseñar acciones que incidan directamente en aquellos aspectos en que existe un mayor desconocimiento y por otro lado, que tengan mayor relación con la presencia de relaciones sexuales desprotegidas. En este sentido, es necesario plantear acciones de promoción de la sexualidad saludable, por ejemplo, a través de formación acerca del uso de métodos barrera, la toma de decisiones en situaciones de intimidad, o cuestiones relativas al respeto a la diversidad y el género, de modo que la formación tenga un enfoque más humanista, holístico, global.

A pesar de las aportaciones que este estudio presenta, también cuenta con algunas limitaciones. En primer lugar, sería necesario contar una muestra más amplia, de otras universidades, en tanto que se circunscribe únicamente al alumnado de la Universidad Nacional, con lo que la generalización de los resultados ha de hacerse con cautela; segundo, el número de varones no es equiparable al de mujeres, lo que condiciona también la interpretación de resultados; tercero, el número de participantes con una orientación diferente a la heterosexual era muy reducido, motivo por el cual no es posible saber si este aspecto puede tener alguna incidencia en los resultados; y cuarto, la definición de los conceptos utilizados (sexismo, rechazo, sutil o abierto, etc.) está todavía sujeto a debate, por lo que la organización de los mismos podría ser discutida, lo cual hemos tratado de superar ajustándonos al planteamiento señalado por los autores de los instrumentos utilizados.

De cara a futuros trabajos, además de profundizar en el estudio de las variables estudiadas, tratando de superar las limitaciones de este trabajo, sería interesante poder realizar trabajos longitudinales que permitieran identificar cómo evolucionan estas variables a lo largo de su formación, además de proponer estrategias formativas sistemáticas que pudieran ser evaluadas. Finalmente, también deberían llevarse a cabo trabajos que combinen una aproximación cuantitativa y cualitativa, algo que seguramente contribuiría a mejorar, de forma notable, la comprensión de la sexualidad en estudiantes en formación en Educación.

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